La aceptación consciente de la transformación
La aceptación es ese breve espacio, incómodo pero consciente, que existe entre el apego y la liberación, entre la resistencia y la fluidez, y entre la resignación y el cambio.
Es el terreno fértil de lo que no controlamos.
La cultura dominante en la que vivimos, busca incansablemente tener el control del resultado y una solución instantánea para los procesos emocionales. Esta urgencia deja de lado la conexión con la realidad y la aceptación de las cosas tal y como son, o como se presentan.
Desde el punto de vista de la atención plena, una actitud consciente de aceptación no es equivalente a la resignación, sino todo lo contrario. La aceptación bien lograda del dolor, puede significar el final del sufrimiento.
En este artículo vamos a explorar los beneficios y los caminos para cultivar la aceptación consciente desde el mindfulness. Una actitud que nos pone en un lugar de vulnerabilidad, incomodidad y dolor, pero que sostiene el potencial necesario para la apertura hacia una nueva etapa personal.
El movimiento desde la resistencia a la aceptación
La problemática en la relación que tenemos con el dolor no es el dolor que sentimos, sino las historias que nos contamos y que nos repetimos sobre lo que ese dolor significa.
Existen dolores que son inmensamente desgarradores. La pérdida de seres queridos nos lleva a navegar duelos que no sabemos si en algún momento terminan. Periodos de tristeza que nos atraviesan y nos transforman, empujandonos agresivamente a dejar ir junto con aquellas personas, partes de nosotros mismos que no volveremos a recuperar.
Por rutinas estrictas, miedo a lo desconocido o un fuerte apego a la identificación con las estructuras de la personalidad, no nos damos tiempo para sentir, honrar y aceptar las visitas ocasionales de la dolorosa sensación de haber perdido algo intensamente profundo. Algo intangible pero muy real.
Todo lo que despierta dolor, frustración, angustia o incomodidad, es controlado por una tendencia muy humana a resistir la realidad del momento a momento que nos desafía.
Respondemos casi que por inercia con automedicación, evasión, nueva distracción, hábitos compulsivos, y actividades que mantienen llenas las agendas, y a nuestras mentes y cuerpos ocupados.
Esas distracciones y mecanismos de adormecimiento, han crecido exponencialmente, creando una sociedad que parece estar funcionando bajo dinámicas que no son compatibles, con lo que el ser humano necesita para mantener una relación equilibrada entre las necesidades internas, y las exigencias externas.
Pareciera que colectivamente se ha deteriorado la capacidad de aceptar que hay cosas que no siempre estarán alineadas con nuestras creencias o nuestros deseos. Sin embargo, de ese mismo enfrentamiento a lo desconocido depende fuertemente nuestra gran capacidad de adaptación y transformación.
Lo único que es permanente es el cambio, y todo cambio trae desafíos que nos invitan a crecer, o a repetirnos.
Como sociedad estamos pagando un precio muy alto por no honrar el hecho de que la vida conlleva dificultad. Son los momentos dolorosos los que nos enseñan el camino hacia el corazón.
La dicha y la felicidad forman parte de esos procesos, siempre y cuando nos demos el permiso de abrirnos a la aceptación radical, de que la dificultad puede coexistir con el aprendizaje, con la contemplación amorosa, y con la gratitud.
Las distracciones que nos impiden procesar con calma lo que sentimos, adormece la capacidad de resiliencia, y nos alejan de la oportunidad de actualizarnos, a través del profundo despertar que emerge de la aceptación consciente.
El trauma forma parte de la construcción humana. Por más soluciones mágicas que le busquemos, la sanación seguirá siendo un proceso no lineal, que nos lleva a muchos momento de inflexión, en el que la aceptación es el gran salto hacia lo desconocido que necesitamos dar, para que ese proceso se siga moviendo hacia adelante.
“En este camino sagrado de la Aceptación Radical, en lugar de luchar por la perfección, descubrimos cómo amarnos a nosotros mismos hasta la totalidad”.
– Tara Bach, Libro: Aceptación Radical
En ese “momento bisagra” nos enfrentamos a la sensación de estar en un callejón sin salida. En la repetición constante de lecciones que apuntan a un mismo lugar. Caemos en la incisiva narración de historias y cuentos sobre lo que hubiese sido, podría ser, o debería de ser, según la visión de una perspectiva que ha quedado obsoleta.
No podemos escapar del valioso regalo que significa ser una especie con capacidad de ser consciente. Por lo que la resistencia a la realidad, y a las verdades que nos duelen, es simplemente una conducta que va en contra de nuestra naturaleza evolutiva.
Todos los caminos, por donde quiera que vayamos, nos llevan inevitablemente a la observación de nuestro mundo interno, de emociones, creencias e intenciones. De lo contrario, chocamos constantemente con la decepción y la amargura de no aceptarnos con todo lo que somos, y de no aceptar la vida con todo lo que ofrece.
“Entonces, la autoaceptación no significa autoadmiración o incluso gusto por uno mismo en cada momento de nuestras vidas, sino tolerancia hacia todas nuestras emociones, incluidas aquellas que nos hacen sentir incómodos”.
Dr. Gabor Maté, Libro: Scattered Minds: The Origins and Healing of Attention Deficit
Hacer espacio para cultivar la aceptación no siempre tiene que ser algo dramático y profundo. Muchas veces la aceptación nos pide descanso, el consuelo de un llanto reparador, una pausa en la interacción con el entorno, una palabra de aliento que venga desde nuestra propia voluntad, y apertura a las posibilidades del cambio.
En casos más trascendentales, la aceptación nos pide tomar una decisión determinante. Aquí es donde la resistencia y la evasión se convierten en piedras con las que nos podemos topar muchas veces, antes de por fin tener el coraje de decidir en nombre de la vida que soñamos, o de nuestras necesidades reales.
Todo este caudal de sostén personal que ofrece la aceptación, es posible si aprendemos a habitar nuestros cuerpos en la incomodidad, en el dolor y en la resistencia que despiertan los pasos que todavía no han sido caminados. Esto incluye reconocerse en lo físico, lo mental, lo emocional y lo espiritual.
Cómo cultivar la aceptación consciente
Como mencioné anteriormente, la aceptación desde la perspectiva del estado mindfulness, no significa resignarse a dejar que nos lleve la marea, sin poder manejar el timón, y sin tener ningún norte.
La aceptación consciente no es para nada pasiva. Existe un gran movimiento interno e intencional en la actitud de aceptar las cosas como son, para luego poder identificar las necesidades reales.
Existen áreas de la vida en las que este proceso se puede retratar con más facilidad.
El trabajo, por ejemplo.
Si me despiden de un rol en el que llevaba años trabajando, voy a experimentar una amplia gama de emociones que pueden ir desde la ira a la negación y resistencia, y eventualmente se puede ir entrando en un estado de aceptación al cambio que ofrece esta desafortunada situación.
Los problemas con el estrés, la ansiedad y los episodios de depresión que se pueden despertar en un momento de inestabilidad como el de la pérdida de un trabajo, pueden ser causas de síntomas más graves, o procesos naturalmente pasajeros.
Todo depende del tiempo que nos mantenemos apegados a las historias, los pensamientos limitantes, y las creencias condicionadas, que surgen en ese periodo que se desarrolla entre la reactividad emocional inicial, y la respuesta desde la aceptación consciente.
Ejemplo de proceso de aceptación consciente:
“Me despidieron por recorte de presupuesto y me duele, me genera mucha frustración porque llevo mucho tiempo en ese trabajo y le he puesto lo mejor de mí. Sé que hice un buen trabajo, y ahora estoy en una situación de mucha inseguridad e incertidumbre.”
Reactividad emocional
Ira
Resistencia
Negación
Decepción
Tristeza
Miedo
Historia y narrativa
“No puede ser lo que me paso. No tengo ganas de salir a buscar otro trabajo, no me merezco lo que está sucediendo. Tengo una casa y personas que dependen de mí y no tengo lo que necesito para encontrar otra oportunidad igual a esta.
Me persigue la mala suerte y soy un fracaso constante. De acá en adelante todo empeora. Siempre me pasa lo mismo.
Todo esto es una injusticia, la culpa es de los jefes, del sistema y de la crisis, así que yo no puedo hacer nada. Estoy con las manos atadas. Seguro que no hay otras oportunidades porque todo está jodido. No hay salida, ¡Esto es una mier#%!.”
Esta espiral de pensamientos o algo muy parecido, es lo que sucede cuando la mente toma el mando, basándose en las emociones que experimentamos.
Generalmente el valor o la creencia que le otorgamos a la experiencia emocional está cargada de condicionamiento construido en el pasado, por situaciones que nos hicieron sentir algo similar o lo mismo, y en las que se desarrollaron mecanismos de defensa para sobrevivir.
La diferencia está en que la mente no sabe distinguir entre el pasado o el presente, entonces si no observamos las emociones y los pensamientos desde un lugar consciente y real, la mente va a proyectar un panorama correspondiente a los mecanismos familiares que ya están instalados.
Respuesta desde la aceptación consciente:
“Me despidieron por recorte de presupuesto y me duele, me genera mucha frustración porque llevo mucho tiempo en ese trabajo y le he puesto lo mejor de mí. Sé que hice un buen trabajo, y ahora estoy en una situación de mucha inseguridad e incertidumbre.
Voy a permitirme sentir todo esto, porque la realidad es que no se siente nada bien. Quizá pueda tomarme un par de días para procesar, llorar y descansar, porque si no puedo liberar estas emociones, no me van a dejar crear una estrategia para seguir adelante.
No soy la primera ni la última persona que experimenta un despido de este estilo, así que seguro existen consejos para navegar esta situación y ver qué otras posibilidades están disponibles para mí.
Voy a descansar y luego con más claridad, voy a tomar la decisión que mejor me beneficie.
Acepto que esta situación es muy inconveniente, pero no tengo el control ni puedo cambiar lo que sucedió. Lo que puedo hacer es sentir, respirar, hacer una pausa para procesarlo, y seguir adelante.”
La aceptación consciente como puente a una nueva vida
Claramente, el proceso que se experimenta no es tan sencillo como lo que comparto en este ejemplo, porque acá no se puede representar exactamente lo que sucede entre la mente y el cuerpo cuando nos exponemos a situaciones desestabilizantes, y porque para todas las personas es diferente.
La buena noticia es que lo que sucede en la conexión mente cuerpo ya ha sido analizado y estudiado por científicos de la materia, y gracias a esos estudios se han podido trazar mapas para llegar a buen puerto.
Los resultados de la meditación en el proceso de neuroplasticidad, son nuestros grandes aliados en temas de readaptación y creación de nuevas respuestas conscientes, ante situaciones que son muy difíciles de aceptar.
La neuroplasticidad es la capacidad que tiene el cerebro para reestructurarse creando nuevas conexiones neuronales.
De esta manera, el cerebro nos ofrece un camino saludable y eficaz en la adaptación a nuevas situaciones, haciendo posible que volvamos a sentir confianza y seguridad, a la hora de pararnos en terrenos desconocidos.
Te invito a realizar la práctica guiada en el nuevo episodio del podcast Mindfulness En Casa que está disponible en el inicio de esta página, en el que vamos a trabajar en el desarrollo de la aceptación consciente.
Este episodio es la segunda entrega de la serie: Cultivando Fortalezas con mindfulness. También puedes descargar esta hoja de escritura terapéutica como guía para apoyarte en el desarrollo de la aceptación consciente.
Cada episodio de podcast y cada guía de escritura terapéutica, tienen la intención de apoyarte en tu camino de desarrollo personal y en la creación de hábitos de cuidado personal.
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