Dolores y despertares del cuerpo en la práctica de mindfulness y meditación
Hacernos conscientes de nuestras emociones es el resultado de un viaje profundo y constante al silencio y la quietud que cultivamos en la práctica formal de sentirnos, mediante la atención plena a todas las sensaciones que se despiertan cuando enfrentamos diferentes estímulos externos.
Así como el cuerpo es capaz de encarnar la alegría y la satisfacción de momentos agradables, también guarda los ecos de los momentos traumáticos que no han sido procesados, vistos o asimilados. Los momentos traumáticos tienen diferentes niveles para diferentes personas, y tienen diferentes maneras de manifestarse en el cuerpo.
Cada vez que enfrentamos una situación de disgusto o dolor, el cuerpo adopta una postura de reacción o recogimiento con una carga energética que al no ser vista y procesada, se instala en diferentes partes del cuerpo, manifestando irregularidades, tensiones, contracturas y demás dolores recurrentes. Estas molestias en muchos casos son mensajeros para llamar la atención a dolencias que tienen que ver con aspectos más profundos de los que todavía no nos hemos hecho conscientes.
En las prácticas de meditación y también en el entrenamiento de mindfulness, ocurre en muchas ocasiones que al poco tiempo de integrar la práctica de manera regular, algunas personas sienten que los nuevos ejercicios, en vez de traer alivio y calma, parecen despertar todo lo contrario. Como si una avalancha de angustia se despierte desde los rincones más desconocidos de nuestro mundo interno. Esto hace que algunas personas dejen las prácticas y vuelvan a los mecanismos viejos pero familiares, para contrarrestar el malestar físico y mental.
El hecho es que todo ese bagaje emocional, por más viejo que sea, si tiene que ser sentido, busca la manera de mostrarse. Las prácticas de meditación y mindfulness crean un espacio de observación que trae a la superficie la energía que no ha podido ser liberada. Por lo tanto es muy común y normal que al iniciarse en estas prácticas, se destapen conductos internos donde el dolor no procesado ha estado estancado por mucho tiempo.
Una práctica responsable de mindfulness o meditación tradicional, incluye el desarrollo de actitudes que fortalezcan y apoyen los procesos que se desprenden del ejercicio.
La compasión y aceptación constante de todo lo que surja, son dos de esas actitudes claves para tener en cuenta y permitir que todo lo que tenga que ser visto nuevamente, reciba el amor, el cuidado y la consciencia que le faltó en el momento que nos marcó por primera vez.
El dolor físico y emocional que ha estado instalado en nuestro cuerpo por mucho tiempo, tiene el poder de construir interpretaciones y creencias que a medida que vamos creciendo, y experimentando nuevas etapas, tienden a alejarse cada vez más de lo que es real y factual en el presente. Esto nos impide vivir el presente con apertura a lo nuevo, por lo que muchas veces puede que dejemos pasar oportunidades de expansión y aprendizaje, y que el apego a las limitaciones condicionadas sea más difícil de trascender.
El proceso del dolor físico y emocional es una etapa muy difícil de evitar en el camino de sanación y transformaciones.
Es por eso que transitar los momentos más oscuros de nuestros procesos es una parte esencial en el camino a la claridad.
Esto no quiere decir que tenga que ser terrible y negativo. Todo lo contrario.
Si logramos integrar las actitudes que apoyan y sostienen la luz en los momentos más difíciles, es muy probable que encontremos más momentos de aprendizaje y expansión y nos veamos con claridad y sin filtros. Permitirnos ver nuestras sobras con el apoyo de actitudes positivas y reales, despierta el poder personal y nos presenta una versión nueva de nosotros mismos, momento a momento, y paso a paso.
Actitudes de apoyo emocional y auto sostén para atravesar la oscuridad sin abandonar el camino
Aceptación –
No debemos confundir aceptación con rendirnos a la acción del cambio, la aceptación es una actitud en la que vemos la realidad y estamos presentes en lo que es. Damos por hecho una situación con todos sus componentes, sin interpretaciones personales. Practicar la aceptación de lo que se nos presente, nos brinda un momento de pausa para identificar qué significado real tiene esa situación o momento en nuestra vida.
Compasión –
El desarrollo de la compasión no es algo fácil en la cultura occidental, pero es una actitud clave para encontrar armonía y fluidez en momentos difíciles. Sobre todo cuando nos enfrentamos a situaciones, o acciones de otros, que no entendemos o desconocemos.
La compasión viene desde un lugar de aceptación de las limitaciones propias y de entender que todos estamos experimentando el mismo mundo desde diferentes experiencias de vida, por lo que no siempre estaremos de acuerdo ni vamos a compartir los mismos métodos o ideas, pero siempre podemos entender que el dolor y el miedo es igual para todos.
Perdón –
A medida que vaciamos la mochila emocional y visitamos viejas experiencias, nos encontramos con situaciones y acciones de otros o de nosotros mismos, en las que el perdón es una decisión a tomar, más que una actitud requerida.
Decidir perdonarnos a nosotros mismos o a los demás tiene más que ver con la liberación que con reconciliar.
Perdonar limitaciones pasadas no quiere decir que vayamos a intentar nuevamente lo mismo esperando resultados diferentes. El perdón tiene que ver en muchas ocasiones, con soltar el peso de la culpa, el rencor y los remordimientos, porque en el presente, el pasado no tiene poder. El perdón no debería ser forzado. En su debido momento, el perdón llega, porque el deseo de ser libre es más fuerte que el orgullo.
Paciencia –
Una vez que iniciamos un camino de sanación o proceso de transformación personal, es importante tener claro que aunque si bien puede suceder, lo más común es que “los resultados” no se manifiestan como grandes epifanías que generan cambios radicales de la noche a la mañana. La paciencia es esencial para mantener el enfoque en el camino. Los procesos personales no son lineales, y hay en ellos muchos momentos en los que sentimos que hemos hecho muchísimo trabajo pero nos encontramos en el mismo lugar. La realidad es que es una sensación muy común, pero no del todo real. Si llevamos un diario terapéutico en donde anotamos de manera regular como vamos transitando este viaje, podemos identificar momentos en los que existe un gran crecimiento y nuevo nivel de consciencia. Lo podemos ver en respuestas nuevas a viejos dilemas, una postura diferente ante un disparador emocional, o una atención más prolongada al momento presente, a través del disfrute.
Gratitud –
Los pensamientos y emociones son energía y la energía es vibración. Por lo que una actitud de gratitud, es capaz de despertar nuevas emociones positivas o neutrales, haciendo que la experiencia ante una dificultad se perciba con aceptación y optimismo.
Apertura a los ciclos –
Los ciclos se completan de comienzos y finales, y existen muchos ciclos que se cierran y otros que se inician durante un mismo proceso. También pueden existir pequeños ciclos que empiezan y terminan en poco tiempo. La vida misma está compuesta de ciclos, y es maravilloso tener la certeza de que el cambio es la norma para todo.
Aceptar la impermanencia es abrirle el corazón al renacimiento y al duelo, por igual.
Estar presentes para darnos el cuidado y el apoyo que necesitamos, momento a momento, mientras vamos entrelazando un ciclo con otro, diseñando una vida alineada a nuestro mayor beneficio.
Sentir y escuchar el cuerpo –
El cuerpo es el vehículo con el que contamos para transitar este viaje maravilloso lleno de sorpresas alegres y momentos de mucha satisfacción, y también con incertidumbres, miedos y dolores que no podemos evitar. Es muy importante regalarnos las pausas que sean necesarias para sentir y escuchar los mensajes del cuerpo, que nos señalan dónde es que todavía no hemos soltado, dónde es que todavía existe rigidez y hace falta movimiento, donde es que faltan límites sanos para honrarnos, y donde hace falta ser más o menos flexibles.
¿Qué otros métodos funcionan para ti a la hora de atravesar momentos difíciles en procesos de transformación? Comparte tu experiencia en los comentarios, y si deseas un acompañamiento personalizado, recuerda que saber cuándo pedir apoyo es sinónimo de cuidado personal, así que puedes escribirnos en la sección de contacto.
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